'The Moon Will Look Strange' de Lyda E. Rucker: una pesadilla genérica

The Moon Will Look Strange es la primera colección de relatos de la estadounidense Lynda E. Rucker. Por aquí hablé de You'll Know When You Get There, su segundo libro publicado por la irlandesa Swan River Press, con la que también publicó su tercera y hasta ahora último libro, Now It's Dark, una edición en tapa dura de momento limitada a 500 ejemplares. Rucker es licenciada en inglés y ha publicado relatos en numerosas revistas dedicadas al terror y la ficción extraña.


Su segundo libro contó con el prólogo de Lisa Tuttle y no es sólo es el prólogo lo único que comparten. Existe un hilo que conecta ambas narrativas, la pesadilla genérica de la vida cotidiana. Las dos proceden del sur de Estados Unidos y las dos viven o han vivido en las islas británicas. Además, su ficción parte de lo cotidiano, una realidad que se va enrareciendo hasta que sin darte cuenta acabas viviendo una pesadilla.


The Moon Will Look Strange es una colección más irregular, pues sus doce relatos provienen de distintas revistas, publicados entre 1999 y 2012. Una falta de unidad que a veces puede llegar a despistar, donde unos relatos muestran un estilo más pulido y maduro que otros. En cualquier caso, en todos están presentes las obsesiones de Rucker y un estilo narrativo reconocible. Rucker ha viajado por el mundo y por Europa, y de esa experiencia surgen algunos de sus relatos, y es quizás esa mirada naif, de guiri, lo que más puede chocar a un lector/a no estadounidense, ese pretendido exotismo que no deja de ser la visión de un turista bastante perdido. Pero a Rucker se le perdona. También algo en lo que se diferencia con respecto a su segunda colección de relatos, es que hay más protagonistas masculinos, algo que no necesariamente es algo malo, pero sí que existe una disociación en esas voces masculinas que no terminan de funcionar tan bien como las femeninas.


The Moon Will Look Strange es el más que correcto debut de Lynda E. Rucker. Una forma de afrontar el terror similar al  de otras escritoras como Lisa Tuttle y Mariana Enriquez, que parten de la realidad cotidiana para elaborar sus terrores. Lynda E. Rucker es carne de cañón de La Biblioteca de Carfax, que ya ha mostrado interés en algunas escritoras irlandesas publicadas por Swan River Press. Ojalá pronto podamos disfrutar de Rucker en castellano.


Rucker, Lynda E. (2013), The Moon Will Look Strange, Karoshi Books.






 

'Double Walker' y 'Ice Cream Man': turistas y suburbios

Double Walker es una novela gráfica de folk horror escrita por Michael W. Conrad y dibujada por Noah Bailey. Una pareja de jóvenes estadounidenses, Cullen y Gemma, se van de viaje a las Tierras Altas escocesas. En una excursión, Cullen deja a Gemma, embarazada, para alcanzar la cima de una montaña. Cuando regresa, encontrará su esposa desmayada después de sufrir un aborto. La relación entre ambos comienza a resquebrajarse mientras en el pequeño pueblo en el que se alojan empiezan a aparecer cuerpos descuartizados.


Double Walker es una historia que bebe del folclore celta, del reino de las hadas y de sus interacciones con los humanos. Toca un tema, el de los sustitutos, personas sustituidas por dobles malvados, que no termina de funcionar. Como tampoco termina de funcionar la metáfora sobre el cambio y las relaciones de pareja. A pesar de lo cual, Double Walker es lo suficientemente entretenido para dedicarle una par de horas, además de poder disfrutar del dibujo de Bailey. Siempre es difícil empatizar con los turistas.


Un par de jovencitos confusos estadounidenses, Escocia, hadas y asesinatos. ¿Se puede pedir más?


Ice Cream Man es un tebeo de terror creado por W. Maxwell Prince y dibujado por Martín Morazzo. Se trata de historias cortas auto conclusivas que tienen en común un personaje, el hombre de los helados. Como en la serie de televisión Historias de la cripta y los cómics de EC en los que está basada, el final de las historias suele ser retorcido y poco agradable para sus protagonistas.

El hombre de los helados hace las veces de maestro de ceremonias y secundario. Es una especie de trickster, algo así como un semidios con un sentido del humor bastante retorcido. No es un narrador como el guardián de la cripta, sino que tiene un papel activo y es responsable de lo que pasa. Es un agente del caos aunque sus motivaciones nunca están claras.

Lo bueno de Ice Cream Man es que permite picotear. Sólo he leído el primer tomo, Ice Cream Man Volume 1: Raimbow Sprinkles, pero ninguna de las cuatro historias decepciona. Da para serie antológica de Netflix. 

Pocas cosas dan más miedo que los suburbios estadounidenses. Ante la duda, siempre Cornetto.







'Punto de restauración' (2023): el retrofuturo ya está aquí

Punto de restauración es una película checa de ciencia ficción estrenada en 2023. Seguramente las palabras "checa" y "ciencia ficción" nos lleven a ciertas ideas preconcebidas que para bien o para mal no se cumplen en esta película. Robert Hloz tiene el mérito de haber puesto en pie y dirigir un proyecto como este en su país, la República Checa, pero lo hace después de pasar una temporada estudiando cine en Corea del Sur. Al igual que el cine de Corea la mala de los últimos años tiene la vocación de trascender sus fronteras, Hloz no se queda atrás con su película: Punto de restauración es una película de ciencia ficción europea que aspira a blockbuster.


El argumento de Punto de restauración gira entorno a la investigación de unos asesinatos. Lo que la sitúa en el género de ciencia ficción y no únicamente en el thriller es que esos asesinatos están ambientados en el futuro y en una tecnología relacionada con esa época, el punto de restauración. Como en Hijos de los hombres, la trama de la película se ambienta en un futuro cercano, 2041, donde todo es reconocible pero también es perceptible una cierta distorsión de nuestro presente. También como en Horizonte Final, se dan pinceladas de un futuro divergente al nuestro, como hablar de una hipotética Unión Europea transformada en Federación Europea. ¿Cuándo ocurrió ese suceso? ¿Por qué?  Son preguntas que nunca se responden.


En este futuro cercano donde la violencia es una constante se ha desarrollado una tecnología que permite resucitar a los muertos. Hay un aparatito similar a un walkman que sirve para que cada 48 horas mandes una copia de tu conciencia a un gran servidor. En caso de accidente o muerte violenta, si has actualizado antes de 48 horas, puedes ser devuelto a la vida. La detective Trochinowska se encargará de investigar los asesinatos cometidos por un grupo terrorista que se opone a estas resurrecciones. Los fallecidos son uno de los científicos relacionados con el desarrollo de esta tecnología y su mujer. Una versión de este científico, Kurlstat, será resucitada de manera ilegal, y se convertirá en el compañero de Trochinowska.


Tenemos asesinatos, una trama para privatizar un servicio hasta ahora público como la restauración, una detective traumatizada por su pasado, buenos que no son tan buenos y malos que no son tan malos... Todo esto mezclado con una aire de nostalgia retro y ambientado en un futuro cuasi distópico muy parecido a nuestro presente. Incluso puede que un futuro deseable viendo el camino que llevamos actualmente. Punto de restauración cumple con creces con las expectativas y ofrece una película de ciencia ficción muy entretenida. También se le pueden poner algunas pegas, como que su metraje se acerque a las dos horas y que una de las partes centrales de su trama, la restauración de personas a través de copias digitales, nunca se termine de explicar del todo. Pero con todo y con eso, Punto de restauración es una de las mejores películas de ciencia ficción en lo que llevamos de década y acabará convertida en película de culto a no mucho tardar. Si la has visto y te quedas con ganas de más, puedes probar con la sueca de 2018 Aniara. Otro futuro distópico para alegrarte el día.








 

'Nuestro mundo muerto' (2016) de Liliana Colanzi: Italo Calvino en Bolivia

De Liliana Colanzi (1981) y su último libro ya hablé en esta entrada anterior. Colanzi es una autora boliviana que forma parte de una nueva generación de escritoras latinoamericanas dedicadas a la ficción extraña y la fantasía. Cada una con su estilo, Colanzi ha encontrado una voz propia en esta mezcla de ciencia ficción telúrica que bebe de lo indígena y donde también tiene cabida el terror cotidiano y el horror en sociedades tan desiguales como las latinoamericanas.


Nuestro mundo muerto es el segundo libro de relatos de Colanzi y el primero en ser traducido a otros idiomas. Depende de donde vivas, casi es más fácil encontrar un ejemplar en inglés que en castellano. Lo cual no es muy recomendable porque se pierden por el camino todos los localismos usados por Colanzi y el recurso de mimetizar el relato con la oralidad. Aclaro que no se trata de dar voz a lo indígena desde dentro, sino desde la periferia del que no forma parte de ese mundo pero lo conoce por cercanía. Un poco como lo que sucede en  Las voladoras de Mónica Ojeda o en algunos relatos de Mariana Enriquez.


El horror en Nuestro mundo muerto no es el despertar sexual de una joven con una madre muy religiosa ni el apocalipsis que se desata después de tener relaciones sexuales; el horror son los cientos, miles de años, que el continente lleva sometido a la injusticia y la pobreza para la mayoría de sus habitantes. Es el sometimiento de los indígenas, pero también el de la mujer. Es la propia naturaleza sometida a la lógica del mercado  como un bien más. Colanzi consigue transmitir todo esto aunque algunos de sus relatos estén ambientados en otras localizaciones, incluso en otros planetas, y con protagonistas de los que sólo conocemos su género una vez avanzado el relato y que cuestionan lo heteronormativo. Todo esto está condensado en un libro que apenas pasa de las cien páginas y que se lee en media tarde, pero cuyo contenido da para mucho.


Otra cosa a destacar de los relatos que forman parte de Nuestro mundo muerto es las distintas capas de interpretación. Como sucede en algunas obras del italiano Italo Calvino, lo que en apariencia puede parecer un cuento sencillo, incluso juvenil, esconde detrás toda una serie de símbolos, relaciones y alusiones a una realidad mucho más compleja. La obra de Colanzi funciona de las dos maneras: se puede realizar una interpretación del mensaje literal o se puede buscar en el subtexto. Cualquiera de las dos es válida. Si te gustan Ottessa Moshfegh, Mariana Enriquez, Guadalupe Nettel, Fernanda Melchor, Samanta Schweblin, es muy probable que disfrutes de este libro.

Colanzi, L. (2017). Nuestro mundo muerto. Almadía Ediciones.

P.D. Estamos a 27 de enero y ya tengo disco del año. ¡Aúpa Gorka!



'La glándula de Ícaro' de Anna Starobinets: deseos insatisfechos

La ciencia ficción es un género muy presente en la literatura rusa y soviética. Desde Kuprin, Gorki y Bogdánov, pasando por Zamyatin, Yefremov y los hermanos Strugatski. Nombres y obras no tan conocidas como su contraparte occidental, pero que forman una parte importante del corpus de la literatura rusa. Anna Starobinets (1978), escritora y periodista, forma parte de esta larga tradición. Y lo hace desde muy temprano, ya que desde mediados de los dos mil se traducen sus obras a otros idiomas. Cuando hace más de quince años querías leer algo del género que fuese actual pero se saliese de la norma, siempre aparecía su nombre.


La glándula de Ícaro. El libro de las transformaciones es un libro de relatos de ciencia ficción publicado en ruso en 2013 y traducido por Nevsky Prospects (otra de esas editoriales a las que dedicar un monumento) al año siguiente. Aunque la edición que he leído es la de Impedimenta de 2023, regalo de Reyes mi padre este año. Esta nueva edición cuenta con un breve prólogo de Laura Fernández, otra autora que me encanta. 


El libro lo componen siete relatos que narran distintas metamorfosis de los protagonistas, en un guiño a las Metamorfosis de Ovidio. La diferencia es que aquí no hay nada de mito ni de dioses, sólo sociedades como la nuestra que en algún momento han tomado un desvío todavía más oscuro. En ese sentido es lógico que comparen su obra con la de la argentina Samanta Schweblin. Hay un componente generacional que las une, pues nacen en el mismo año, pero también estilístico y de género. Ambas usan la ciencia ficción como excusa para hablar de otros temas y bordean otros géneros como el terror y la metafísica. Son maestras es describir la realidad distorsionada que se refleja en el espejo. Otra escritora con la que están emparentadas Schweblin y Starobinets es Lisa Tuttle, que también viene de la ciencia ficción.


Si algo caracteriza a los relatos de este libro es el deseo insatisfecho, quizás uno de los vectores que articulan la época en la que vivimos. La quiebra de la idea de progreso, el peligro real del  cambio climático, llevan a sociedades deprimidas y ensimismadas lamentando un pasado dorado que nada tiene que ver con un futuro lleno de incertidumbre.  Y viniendo de la Russia de los últimos cuarenta años, Anna Starobinets sabe un poco del tema. Actualmente vive exiliada en Georgia. Ojalá  podamos  leer  más libros suyos,  y si los publica Impedimenta, mejor que mejor.


Starobinets, Anna (2023). La glándula de Ícaro. El libro de las transformaciones. Impedimenta.






Boom 2023: Repion, gialli y algunas señoras victorianas

Estaremos de acuerdo en que esta década de los veinte no tiene mucho de feliz y sí bastante de pa'vernos matao. Y todavía no hemos llegado a la mitad. Al menos he podido disfrutar de los 28º nocturnos en octubre en una de mis últimas visitas a España. Si llega el fin del mundo, que me pille en chanclas y bañador. Sudao pero resultón. O no. 2023 ha sido un año de leer menos, ver menos películas y en general todo menos, como las entradas de este blog. Tampoco ha habido grandes viajes, salvo una escapadita a Ámsterdam y unas visitillas por zona leonesa y asturiana. También ha sido el año en el que he empezado en la fotografía analógica, ese hobby tan barato. Así que a los propósitos de año nuevo se resumen en escribir más por aquí, hacer algún viaje solo y seguir haciendo lo que me gusta, que fundamentalmente es leer, escribir, tocar/escuchar música, viajar y hacer fotografías. Y beber menos cerveza, que los ingleses me están malacostumbrando. Ahora sí, toca repaso del año.


LIBROS


  • La novela que más me ha gustado: Horrorstör de Grady Hendrix fue una de las primeras del año, y revisando un poco lo que he leído en este 2023, es lo mejor del año. Quizás no tan fascinante como Piranesi o Nuestra parte de noche, que fueron mis favoritas de 2022 y 2021, Hendrix consigue muy bien mezclar el terror con la crítica social, en un estilo muy sencillo que por momentos recuerda a lo mejor de Stephen King.

  • Premios mejor novela casi ex aequo pero no: Gilded Needles y Cold Moon Over Babylon de Michael McDowell. No son tan redondas como Los elementales, pero tienen algo.



  • Libro de relatos que más me ha gustado: Ustedes brillan en lo oscuro de Liliana Collanzi. Como el año anterior, más terror periférico, en este caso desde Bolivia. Una mezcla de ciencia ficción, terror y distopías conectados por lo telúrico. 

  • Premios mejor libro de relatos casi ex aequo pero no: Como el año pasado, se asoman Emgstrom y Tuttle. La primera con Cuando la oscuridad nos ama y la segunda con Riding the Nightmare. También asoma por esta categoría Michael Ende y El espejo en el espejo, que me dejó bastante mal cuerpo.

  • Menciones especiales: No podían faltar las señoras victorianas y los señores europeos de entreguerras. Number Ninety & other Ghosts Stories de la irlandesa B. M. Croker, The Bishop of Hell & other Stories de Majorie Bowen y Orchard of the Dead and other Macabre Tales de Stefan. Grabinski.

  • Mejores antologías de relatos: Las de Tales of the Weird de la British Library, que sigue publicando todos los meses uno o dos libros. Y casi, casi, me los he leído todos. Si te gusta la ficción extraña anglosajona, aunque no sólo, es de lo mejor. Y baratitos. Aunque no da la vida para leerlos todos.

  • Libro de no ficción: El taller y el cronómetro de Benjamin Coriat. Publicado en los setenta, hacia el final del libro Coriat se pierde un poco en disquisiciones sobre la situación de Francia en ese momento, pero el resto del libro es impecable. Un análisis del surgimiento de un capitalismo insdustrial y un modelo de Estado desde la perspectiva de su quiebra en los años setenta del pasado siglo. 

PELÍCULAS

  • Gialli:
    2023 ha sido el año en que he visto gialli por encima de mis posibilidades. Martino, Fulci, Avati, Bazzoni, Lenzi, Dallamano, Argento... Huellas de pisadas en la Luna (1975) de Bazzoni, La dama roja mata siete veces (1972) de Miraglia y Contrato de sangre (1976) de Avati me han volado la cabeza. Especialmente la primera. Dentro del género hay mucha purria, pero también auténticas joyas. Otras que me han gustado un montón han sido Angustia de silencio (1972) de Fulci, La cola del escorpión (1971) y Muerte sospechosa de una menor (1975) de Martino y ¿Qué habéis hecho con Solange? (1972) de Dallamano. El mundo está lleno de maniaco sessuale.
  • Tierra de canguros: En 2023 también he seguido viendo películas australianas. Algunas tan buenas como La última ola (1977) de Peter Weir, Juegos de carretera (1981) de Richard Franklyn y Despertar en el infierno (1971) de Ted Kotcheff, además de una de las pelis de terror del año pasado, Talk to Me (2022) de los Philippou. ¡Que viva Australia man'que pierda!

  • Películas del culto: El rostro de la muerte (1976) de Alfred Sole, El alucinante mundo de los Ashby (1963) de Freddie Francis, El coleccionista (1965) de William Wyler, Stranger Circus (2005) de Sion Sono y Navidades negras (1974) de Bob Clark. Cada una a su manera, me parecen películas no tan conocidas y muy recomendables.

  • Menciones especiales: Impacto (1981) de Brian De Palma, Dejar el mundo atrás (2023) de Sam Esmail y Cuando acecha la maldad (2023) de Demián Rugna. aunque lo que más miedo da de Argentina ahora mismo no son sus películas de terror.

SERIES

Otro año en el que no ha habido mucho que rascar. Estoy aprovechando los viajes en avión para revisitar Friends y poco más, salvo capítulos sueltos de Expediente X y la primera temporada de Fringe. También revisité Bleach y algún anime más, pero de series nuevas, no consigo que casi ninguna me enganche.
  • Mi favorita del año: El silo (2023). Basada en una trilogía de novelas, esta serie de ciencia ficción ha sido de lo que más he disfrutado del año. Esta sí me ha enganchado, y el hecho de comentarla con los compas de curro, también ha ayudado. Ha sido como volver a Perdidos cuando Perdidos molaba. Ahora está por ver si aguanto las ganas de leer los libros y me espero a la segunda temporada de la serie o no.

  • Otras: Severance (2022) y la segunda parte de The Nevers (2021), que parecía que iba a quedar inconclusa.


TEBEOS


Para variar, 2023 tampoco ha sido un año de muchos tebeos, aunque sí que he aprovechado para terminar algunas series que tenía empezadas. Es algo que me da infinita pereza y que hace que pierda el hilo y las acabe abandonando.

  • Mi tebeo favorito del año: Por tercer año consecutivo, mi tebeo favorito es uno de James Tynion IV. El departamento de la verdad, en una edición ómnibus en tapa dura, ha sido mi tebeo favorito del año. Ayuda el que esté toda la serie reunida en un sólo tomo, o al menos el arco principal. De sus otras series, me he acabo descolgando y no volveré a ellas hasta que publiquen algo similar. El departamento de la verdad es una cosa muy loca, al nivel de Naoki Urasawa, donde Tynion se esfuerza por comprender los mecanismos de la guerra cultural y la manipulación, tan presentes en Estados Unidos.

  • Mención especial: Stillwater de Chip Zdarsky. Sólo había leído el primer volumen hace un par de años, y decidí comprarme los otros dos que me faltaban. Interesante lo que cuenta pero definitivamente tienen un problema en Estados Unidos: meten en terror tebeos que, a lo sumo, son de misterio y thriller. Que sí, que hay gore, pero el gore por sí mismo no es terror.

VIDEOJUEGOS


Hace un par de años me gasté una importante suma en adquirir un MSI portátil para jugar a videojuegos. Nunca más un portátil. Está claro que o no tengo suerte o los portátiles no son tan buenos como dicen. Así que además de tener un caro pisapapeles de MSI, 2023 ha sido el año de la SteamDeck. Es una experiencia completamente diferente pero me ha permitido jugar a videojuegos que de otra manera no habría podido. Este año 2024 sí que le voy a meter bastante al vicio. 

  • Mi favorito del año: El Detroit Become Human. Que sí, que ya tiene unos años, pero me parece de lo mejorcito del género y de la compañía. Y sí, se me han muerto casi todos los personajes y la rebelión ha fracasado, porque que me gusten los videojuegos no está reñido con que sea un manco jugando, pero Detroit Become Human me ha enganchado como hacía tiempo que no lo hacía un videojuego.

  • Menciones especiales: A Plague Tale: Innocence. Quizás en algunos tramos del juego lo de morir una y otra vez se hace muy cuesta arriba, pero la historia está bastante bien y las mecánicas también molan un montón. No han inventado la rueda pero le han dado un uso muy entretenido. 

MÚSICA





En 2023 he escuchado bastante menos música. He pasado de ir caminando al trabajo a ir en bici (y todavía no he muerto atropellado), así que el tiempo que aprovechaba para escuchar música se ha reducido bastante. Aún así he escuchado muchísima música. También he podido aprovechar las visitas a España para ir a conciertos, que han sido básicamente mis vacaciones este año. 

  • Mi disco favorito del año: Repion (2023) de Repion. Mi gran descubrimiento musical, al nivel de las epifanías que todos hemos tenido de adolescentes. Palabra castúa que da nombre a este grupo cántabro compuesto por dos hermanas, Marina y Teresa, afincadas en Madrid. Yo no sé qué es lo que tienen pero estoy enganchadísimo. Son muchas cosas y nada en concreto, pero no puedo parar de escucharlas. Las pude ver en Madrid en octubre, y aunque el sonido de la sala  no acompañaba nada, fue como asistir a un terremoto. Si no las conoces, busca un concierto cercano y vete a verlas. Eso sí, después ya no hay cura.
Cuando  Marina toca la guitarra tú te callah y  lo  asimilah

  • Directo: Pues  quitando a Repion, de los artistas que he podido ver este 2023 me han encantado un montón Delaporte y Quique González. Sandra Delaporte  va loca y mola un montón. Un concierto al que le tenía muchas ganas y en el  que la pude ver colgada  del techo del Camelot  mientras cantaba. Y luego bailó en el centro de la pista como Zahara. Puta ama. Y a Quique González lo  vi en Xixón, en un concierto para los más cafeteros, pues se tocó Salitre 48 entero. Acabé aplaudiendo con las orejas. Fan que es uno.

El  altar del rocanrol

Otro año más esperando el apocalipsis zombi que nunca llega. Y no, las colas en la tienda de Apple no cuentan. Por otro año más lleno de  cosas que nos emocionen. Y porque nunca nos quiten  ni la copa  ni  lo bailao. Que nunca perdamos la ternura. Año 2024, allá voy.





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