Es imposible leer El día de los trífidos y no encontrar conexiones con otras obras, tanto en cine y televisión como en literatura. El protagonista despertándose solo en un hospital cuando ya se ha desatado el apocalipsis nos retrotrae a películas como 28 días después y series como The Walking Dead, igual que la ceguera nos recuerda a Saramago y su novela Ensayo sobre la ceguera o películas como La noche del cometa. La novela, un clásico dentro de la ciencia ficción, incomprensiblemente ha pasado bastante desapercibida para el gran público.

Los trífidos son unas plantas de unos dos metros capaces de moverse y matar con su aguijón, pero debido a la importancia de su aceite son cultivadas por los humanos. Hay un evento que desata el apocalipsis: un cometa que deja ciegas y desprotegidas a las personas frente a los trífidos. El protagonista, el biólogo Bill Mansen, se libra de esta ceguera por estar hospitalizado debido al ataque de un trífido que , paradójicamente, casi le deja ciego. A partir de ahí, John Wyndham construye una historia sobre la supervivencia de los seres humanos y los distintos intentos de ésta por conseguirlo, centrándose en el personaje de Mansen.

Se desmorona la sociedad y como pasa en muchos apocalipsis zombis, no sólo hay que protegerse de los monstruos, en este caso los trífidos, sino también de otros seres humanos. Es ya un tópico que al desmoronamiento de nuestras sociedades le sigue obligatoriamente un montón de pirados intentado establecer nuevas sociedades basadas en el totalitarismo y la crueldad.

Al final, parece que la supervivencia de la humanidad pasa por un reset, un volver a empezar con el feudalismo como sistema para conseguirlo. Publicada en 1951, la novela flojea en algunos elementos propios del contexto en el que fue escrita, la Guerra Fría. Tampoco ha tenido mucha suerte en sus adaptaciones para televisión, y es que no es fácil recrear a los trífidos de una manera que den miedo y no risa.