Que nadie busque acción a raudales, porque no la encontrará. Sí, hay policías, y sí, también hay narcotraficantes, pero en esencia, es la serie de los desheredados, la historia de la América relegada, un Las uvas de la ira en todo su esplendor y en color. Así que ni hay acción, ni grandes cliffhangers, ni malos malosos, ni... El protagonista es la ciudad de Baltimore, y por ahí van desfilando el resto de personajes, lo que nos da múltiples puntos de vista, donde parafraseando al detective Freamon, "Todas las piezas tienen importancia". Veamos qué tenemos:

Durante la primera temporada, el equipo de policía  lucha contra las drogas, y desfilan delante de nuestra televisión una serie de agentes, camellos, narcotraficantes... El mensaje es claro: puedes ganar la guerra contra un narcotraficante en concreto, pero no la guerra contra el narcotráfico. Así que tenemos victorias parciales, efímeras.

En la segunda temporada, el escenario de Baltimore se amplia un poco más con la inclusión de los muelles y de otro protagonista más, la clase obrera. El relato no podría ser más duro: el declive de los sindicatos, el abandono de los trabajadores, que se convierten en una parte olvidada y relegada de la sociedad... En el nuevo modelo productivo donde se deslocalizan fábricas y se recortan derechos laborales los astilleros de Baltimore están en las últimas.

La tercera temporada nos da una visión  de la vida política, en la que asistimos a la fosilización de los roles, ya que las oligarquías de poder, se perpetúan en el cargo. La política es un mundo lleno de trepas, trapos sucios y puñaladas traperas. Carcetti, ¡quién te ha visto y quién te ve! Sorpresa, los que tenían que defendernos en realidad defienden los privilegios de unos pocos. Cuando sigues el rastro del dinero siempre acabas dando con esos pocos que controlan todo.

La cuarta temporada se interesa por la educación pública, que debería ser el principio garante de la igualdad de oportunidades. De nuevo, una cosa es lo que se dice y otra muy distinta la que se hace. Asistimos a la falta de medios, motivación y, sobre todo, a la tergiversación del concepto de educación: son más importantes los exámenes que educar. Así no es de extrañar que el círculo vicioso continúe.

Finalmente, en la quinta temporada, se retrata la cultura mediática. Los medios de comunicación han sufrido una serie de cambios y transformaciones en las últimas dos décadas, que los han llevado a ser una parte más del problema. Y aquí ya intuimos la reflexión final, el propósito de esta narración de más de 60 horas que es The WireUn ataque al capitalismo salvaje. Las instituciones y los seres humanos se desdibujan, pierden poder ante el libre mercado. En la serie vemos reflejadas las consecuencias: la ley de la jungla.

Por tanto, repito: NO ES UNA SERIE DE POLICÍAS. La historia en The Wire es una sucesión de pequeñas epifanías, de pequeñas revelaciones. El penúltimo capítulo de cada temporada, se encarga de resolver/cerrar el arco argumental de esa tempora, y en el último capítulo, se colocan las piezas de la siguiente temporada. Es una historia intrincada, que se pierde por muchos vericuetos, y que entre tanta trama, tantos escenarios, se convierte en una entidad única, una historia con muchas caras y diferentes puntos de vista. Una historia de más de sesenta horas en total, casi 13 horas por temporada. Así podemos ver a dos policías discutiendo sobre patatas fritas mientras el malo pasa por delante sus narices, por ejemplo. Tiene mucho de tragedia griega, de la que es deudora en parte, porque el destino se presenta como algo inexorable, como una lucha que está amañada; todos están destinados a perder, pero mientras tanto, viven.

Como dice Omar: "I'll do what I can do to help y'all. But the game's out there, and it's play or get played".