La HBO tiene productos más generalistas y otros más de nicho, Carnivàle es de los segundos. Los abultados costes de producción y las bajas audiencias obligaron a la cadena a cancelar la serie con apenas dos temporadas, dejando abiertas muchas líneas argumentales en la segunda temporada y privando a la serie de un final cerrado. Su creador, Daniel Knauf, tenía previsto seis temporadas. Os podéis imaginar la de cosas que se quedaron en el tintero.

A pesar de estar incompleta y de dejar muchas cosas sin cerrar debido a su cancelación, Carnivàle es una auténtica joya, con la imperfección de una historia truncada en su mejor momento. Su creador se negó a realizar una tv-movie de tres horas para cerrar la serie precisamente por la imposibilidad de condensar en tan poco tiempo todo lo que quería contar en Carnivàle.

La historia, ambientada en la Gran Depresión, es una reflexión sobre el bien y el mal y sobre el destino, no sólo de los personajes, si no de la humanidad. Son los personajes, que forman parte de un circo ambulante, lo que confieren a la serie ese sello tan característico y la razón por la cual Carnivàle no es una serie para todos los públicos. Entrar en ella no es fácil.

No es de extrañar que los costes de producción fueran altos. La sensación de suciedad, con ese polvo que levanta el viento y que se te mete por cada recoveco del cuerpo, está muy lograda. Es el viento que arrastra este polvo un elemento más en la historia, que empuja a los personajes hasta su destino. Sólo recuerdo otra serie en la que la suciedad, el polvo, estuviera tan presente: Deadwood, que corrió la misma suerte que Carnivàle.

Aunque inconclusa, la serie cuida hasta los más mínimos detalles, la historia te atrapa y las interpretaciones son magníficas. Con el trasfondo de la Gran Depresión, parece un Las uvas de la ira, realismo social con elementos de fantasía y terror. Hipnótica y onírica como Twin Peaks, compleja y densa hasta decir basta, se aleja de los tópicos del género, de cualquier género, para construir una historia fascinante, coral, donde caben el misterio y la intriga, lo sobrenatural y la fantasía.