'La biblioteca de Turpín': un acercamiento a la lectura

Casi con total seguridad, una de mis primeras lecturas fue el suplemento dominical de El País dirigido a los pequeños de la casa, El Pequeño País. Hace unos escuché que en los 90 era posible vivir dentro del grupo PRISA, con El País, Alfaguara, la SER... todo un conglomerado de empresas que dirigen y (con)forman lo que se lee, lo que se escucha y lo que se ve. Mi primer contacto con el mundo del cómic está marcado por este hecho. En El Pequeño País conocí a Astérix, El pequeño Spirou, Goomer, Gardfield, Leo Verdura, Marco Antonio, 13, Rue del Percebe... También fue el espacio donde conocía a Indiana Jones, Regreso al futuro... Si hay algo nostálgico para mí, no es leer uno de estos libros sobre la EGB o similares, es releer mi colección de El Pequeño País. En una de estas relecturas he redescubierto La biblioteca de Turpín, la obra de Max para el suplemento de El País.

La biblioteca de Turpín, una obra encargada a Max para El Pequeño País, se publicó por entregas en este suplemento a lo largo de 1989. Posteriormente, en 1990 se recogió la totalidad de la obra en un único volumen publicado por Altea. En 2006 La Cúpula volvió a reeditar la obra, siendo fácilmente accesible desde entonces. Yo sigo conservando mis ejemplares de El Pequeño País donde viene publicada.

La trama era bastante sugerente, sobre todo si tenemos en cuenta que iba dirigida a un público infantil. Cris y Óscar son dos primos que una noche se cuelan en un caserón donde vive un personaje huraño, Turpín, y su perro robótico Holi. Turpín inventó una tinta que permite viajar al interior de los libros que están escritos por ésta, pero por desgracia perdió la fórmula en uno de sus viajes, guardada en el forro interior de un sombrero. Cris y Óscar viajarán a través de distintos libros buscando el sombrero donde se oculta la fórmula de la tinta.
La obra de Max está planteada muy inteligentemente, siendo para muchos lectores un acercamiento a la lectura y a obras clásicas de la literatura. Visitan a Sherlock Holmes, La guerra de los mundos, El mundo perdido, Alicia en el País de las Maravillas... Toda esta parte didáctica está acompañada de las propias aventuras de los personajes en cada libro, lo que hace de su lectura algo muy entretenido.







'La casa en el confín de la tierra': el horror cósmico de Hodgson

La muerte de William Hope Hodgson a los 40 años en la I Guerra Mundial cortó de manera trágica su carrera literaria y, de no ser por algunos célebres admiradores de su obra como Lovecraft, también lo hubiera sumido en el olvido. No muy conocido por el gran público, todavía sigue siendo un autor de culto poco conocido. En nuestro país debemos a Valdemar el haberlo rescatado del olvido con la edición de sus obras.

La casa del confín de la tierra es una narración enmarcada, es decir, un relato dentro de otro, en este caso de la narración principal, al estilo de Las mil y una noches, el Decamerón o Los cuentos de Canterbury. Igual que en el cine la técnica narrativa de metraje encontrado, intenta dar veracidad a la historia que cuenta.

La novela sienta las bases del horror cósmico y será de gran influencia para autores posteriores, sobre todo para el ya mencionado Lovecraft. Un estilo arcaizante, uso y repetición de adjetivos y temas como el viaje astral y lo inefable serán luego muy comunes en el género. Con este estilo, Hodgson genera una atmósfera opresiva, donde las sombras, la humedad y los pequeños ruidos de la vieja casa te mantienen en tensión y a la expectativa de lo que va a suceder a continuación.

La historia empieza con un prólogo, donde dos jóvenes ingleses van a Irlanda a pasar unas vacaciones acampados en el campo, pescando y vivendo en la naturaleza. En una de sus excursiones, dan con una casa en ruinas y un pozo, pero lo más importante: encuentran un manuscrito. Es este manuscrito el que contiene la narración principal, escrito en primera persona por un personaje del que nunca sabemos el nombre. Esta narración tiene dos partes claramente diferenciadas. Una, que comienza con un viaje astral de corta duración del protagonista, se centra más en lo real (el ataque de las cosas-cerdo a la casa), mientras que la otra parte, mucho más poética, trata sobre el viaje astral, esta vez sí, mucho más largo, por parte del mismo protagonista. Los dos capítulos finales son una vuelta al terror real, físico, en los que se interrumpe la narración.

La casa del confín de la tierra suele dividir a los lectores, ya que algunos aprecian la poética de la segunda parte de la historia, como es mi caso, y otros la consideran aburrida y fuera de lugar. En cualquier caso, se trate de una de las cumbres del género y merece una oportunidad.


'Vanishing on 7th Street': el gran apagón

Brad Anderson, director veterano de series de televisión como The Wire, Fringe, Treme o The Killing, también director de películas como El maquinista, La última llamada o Session 9, escribe y dirige Vanishing on 7th Street, la que seguramente sea una de sus obras menores hasta ahora. La experiencia acumulada en cine y televisión es lo que seguramente le ha permitido contar con un buen reparto. No son superestrellas, pero Hayden Christensen, John Leguizamo y Thandie Newton cumplen más que correctamente con sus respectivos papeles.

La premisa es bastante sencilla: en una ciudad, durante la noche, hay un breve apagón. Todo se queda a oscuras. Cuando vuelve la luz ya no queda nadie, salvo aquellos que por algún motivo tenían una fuente de luz cerca (velas, mechero, linterna...). Cada uno de los supervivientes se va encontrando con los demás a lo largo de la cinta, intentando huir de la oscuridad que los atrapa.

El tema de la oscuridad, miedo atávico de la humanidad desde tiempos inmemoriales, ha sido tratado con mayor o menor acierto en el cine. Sólo hay que recordar Darkness, de Balagueró o la reciente Lights Out. Y si hablamos de series de televisión, nadie ha sabido reprensentar mejor ese miedo que Moffat en ese doble capítulo de Doctor Who, Silence in the Library y Forest of the DeadVanishing on 7th Street se parece más a Lights Out, una buena idea para un corto pero que cuando se utiliza para un largometraje queda coja. Buena idea pero mal desarrollo.

Anderson es un director que tiene querencia por el thriller psicológico, y en Vanishing on 7th Street se nota demasiado. Intenta convertir la película en una reflexión filosófica sobre el propósito de esa oscuridad y la posibilidad de un nuevo comienzo de la humanidad. Esto, unido a la ligazón que hace de esa oscuridad con la leyenda de croatoan, muy cogido por los pelos, lastra la película. Es una obra menor disfrutable pero que podía haber llegado a ser algo más grande si no se perdiera en esas disquisiciones.


'The Rezort' aka 'Generation Z': un parque temático zombi

La película está ambientada no en medio de un brote zombi o en los comienzos, sino en el después. La humanidad ha enfrentado la amenaza zombi y la ha superado. Todos los zombis han sido eliminados ¿Todos? No, en las Islas Canarias una mujer emprendedora, a lo Amancio Ortega, ha decidido hacer negocio montando un parque temático zombi. Si tienes dinero puedes dedicarlo a pasar un fin de semana matando zombis. Y luego te vas a la playa.

The Rezort o Generation Z, como se ha comercializado en nuestro país, recuerda a esas novelas de tesis decimonónicas donde todo está escrito para demostrar una idea. Así, en esta película, el mensaje central habla de lo que nos hace humanos. Si tratamos así a los muertos, qué no haremos con los vivos. Y lo de los vivos, en este caso concreto, tiene su aquel. La película gira alrededor de ese mensaje, pero también es verdad que funciona a otro nivel como una película de zombis al uso, igual de disfrutable.

Melanie, la protagonista de la película, es incapaz de superar el trauma de ver a sus padres convertirse en zombis. La única manera para superarlo es enfrentándose a sus miedos, enfrentarse cara a cara con los zombis, y eso sólo puede hacerlo visitando el único sitio del mundo donde todavía queda alguno: The ReZort. En este viaje le acompañará su novio, con experiencia en esto de matar zombis. Cuando las cosas se tuercen, formarán el típico grupo de supervivientes con otros personajes. Al perder el control sobre el establecimiento, se pone en marcha un protocolo para contenerlo. El grupo deberá salir de la isla antes de que sea destruida.

The Rezort o Generation Z es una película de zombis que, aparte de la diversión que ofrece, intenta ir un poquito más allá. Se ha definido esta película como una especie de Jurassic Park de zombis, y no es cierto. Funciona como película de serie B, con buenos medios y bien hecha, pero también como película con mensaje. Pan y circo, o en este caso, zombis.


'Kill Command': la rebelión de las máquinas

Lo bueno de películas como Kill Command es que no engañan. Y digo esto en el buen sentido. Te puede gustar más o menos el argumento, puedes valorar peor o mejor el desarrollo de la trama, pero sabes que la película no pretende ser otra ni ponerse trascendental. Steven Gomez, que se estrenaba en la dirección con esta película, consigue un buen resultado en su debut: pura serie B para disfrutar.

La historia está ambientada en un futuro cercano, donde  un grupo de soldados es enviado a una isla para llevar a cabo unas maniobras con robots soldado. Una vez en la isla, los robots los aislan e intentan matarlos. Sin posibilidad de huir o de comunicarse con el exterior, deberán hacer lo posible para sobrevivir. Es cierto que lo de la rebelión de las máquinas no es una premisa muy original, pero está bien llevada en la película.

Al principio, tanto el espectador como los personajes no saben qué es lo que sucede. Evidentemenete algo va mal, pero todavía no sabemos el qué. Es una buena manera de mantener la tensión y de captar la atención del espectador. A lo largo de la trama se irá desvelando este misterio y aclarando el porqué de la presencia de estos soldados en la isla.

La película, que sí tiene elementos de ciencia ficción, acaba optando por convertirse en una película de acción, a pesar de que podía haber elegido otros caminos, como el del terror. Aún así funciona.

'El alquimista y otros relatos': Lovecraft y el horror

El alquimista y otros relatos es una recopilación de cuentos de H. P. Lovecraft. Exceptuando El alquimista, escrito en 1908, el resto de relatos están escritos entre 1917 y 1921. No son lo más representativo de su obra, haciendo que esta recopilación tenga un sesgo que puede no gustar a los que se acercan por primera vez a la obra del autor.

Los ocho relatos que componen el libro abordan algunos de los temas fetiche del autor, como la dicotomía entre lo onírico y el mundo real, la decadencia de la civilización y de una estirpe, el horror cósmico, el conocimiento inefable que lleva a la locura, los viajes astrales... Todo esto escrito con un estilo arcaizante, repitiendo machaconamente unos cuantos adjetivos para crear atmósfera y sin apenas diálogos. Quizás no sea el mejor de los escritores según cierto canon, pero tampoco tan malo como algunos nos quieren hacer creer.

Lovecraft es una de esos casos paradigmáticos donde la propia obra y su influencia posterior acaban devorando al autor. Es imposible no reconocer su ascendiente dentro del propio género, el terror, pero también fuera de él, convirtiendo al autor en un personaje más, un icono de la cultura popular, o al menos de la más friqui. Se puede no haber leído nunca a Lovecraft, pero a mucho les sonará el Necronomicón y Los mitos de Cthulhu.



'Dracula Untold': la otra historia

Dracula Untold es un acercamiento cinematográfico distinto a lo habitual a la figura y al mito del Conde Drácula. En su novela, Stoker se inspiró en un personaje real, Vlad III el empalador, prícipe de Valaquia. La película, que para nada pretende ser un biopic riguroso sobre esta figura histórica, sí utiliza algunos elementos históricos mezclado con la más pura ficción.

La película es deudora de la estética de 300, la película de Zack Snyder, muy visual y espectacular. También hay ciertos paralelismos, como la representación de los malos, en este caso los turcos (en 300 eran los persas), muy maniquea. En el tramo final es cuando, a mi juicio, se abusa del CGI, buscando la espectacularidad de algunas escenas —la batalla final sobre todo— y dejando de lado la historia.

La trama de la película se centra en cómo Vlad acaba convertido en vampiro. Los turcos invaden sus tierras y secuestran a sus hijos para convertirlos en soldados del sultán otomano. La única manera de superar esta amenaza es convertirse en vampiro, lo que le dará la fuerza suficiente para hacer frente a los turcos. La conversión no es definitiva si Vlad consigue resistir durante tres días la sed de sangre. Pasados esos tres días, volverá a ser humano. El principal reto de esta premisa es conseguir interesar al espectador cuando ya sabe cómo va a acabar la historia. A la lucha interna que mantiene el protagonista le falta algo más de dramatismo y un desarrollo de los personajes que sustente ese drama.

Salvo el final, en el que la película se convierte en otra cosa, Dracula Untold es una película correcta y entretenida. Una manera distinta de acercarse al mito de Drácula. A ver si la Universal se anima y lanza una revisión de sus monstruos actualizada. Aunque como Bela Lugosi de Drácula, nadie.


'The Witch': brujas, cabras y aquelarres

Tras dos cortos, The Witch es la ópera prima de Robert Egger, director y guionista de la misma. En ella mezcla distintos géneros, como el drama, el terror y el thriller psicológico, tocando temas que van desde la brujería al costumbrismo del siglo XVII, reflejando la forma de vida de los colonos ingleses en Nueva Inglaterra y su forma de pensar.

The Witch podría ser muchas cosas, pero sobre todo, aunque no sólo, es un drama con tintes de terror. Un matrimonio de puritanos es expulsado de la colonia a la que pertenecen por el extremismo cristiano del cabeza de familia, orgulloso puritano que elige el destierro en penosas condiciones sobre el bienestar de su propia familia. Junto a su mujer y sus cinco hijos, viven aislados en una pequeña granja junto a un bosque. El aislamiento y la paranoia van en aumento con la desaparición de su hijo más pequeño, apenas un bebé, raptado y sacrificado por una bruja. En este drama familiar, en el que se vuelven unos contra otros, aparece el elemento sobrenatural, cada vez más presente en la narración que lleva al clímax final.

De impecable factura técnica y bella fotografía, utiliza un lenguaje visual que complementa la historia. También utiliza alguno de los pecados capitales para caracterizar a los miembros de la familia. El padre es orgulloso, la madre avariciosa, la hija perezosa... El mal, ese elemento sobrenatural que sobrevuela la historia, se aprovecha de cada una de estas debilidades para conseguir su objetivo: corromperlos y alejarlos de dios.

Si por algo destaca The Witch es por no ser una cinta de terror al uso, lo que en cierta medida ha provocado desconcierto o rechazo. Quien esperaba encontrar algo como Insidious o The Conjuring, se habrá llevado una decepción, pero conviene darle una oportunidad a una película diferente.

'Rey Kull': otro personaje de Robert E. Howard

Robert E. Howard, más conocido por ser el creador de Conan, arquetipo de los héroes de espada y brujería, también es el padre de esta criatura: el Rey Kull. Nació, como sus otros personajes, dentro de las páginas de la revista Weird Tales. El libro es una recopilación de todos los relatos del personaje que, salvo tres de ellos, han sido publicados póstumamente. Como sucede con otros personajes y otros relatos de Howard, al dejar algunos inconclusos, otros autores se encargaron de darle un final. En esta recopilación, cuatro de los relatos tienen como coautor a Lin Carter.

Las historias del Rey Kull están ambientadas en la Era Precataclísmica, antes de que desaparecieran razas, imperios y civilizaciones enteras para dar paso a la Era Hybórea, en la que están ambientados los relatos y novelas de Conan. Tanto el prólogo como el epílogo del libro se ocupan de ambientar la obra.

Kull es un atlante que acaba gobernando el mayor de los imperios de su época, Valusia. Sigue el camino del guerrero, de esclavo a gladiador, de gladiador a mercenario, de mercenario a comandante y de comandante a rey. No obstante, salvo el primer relato, los demás presentan a Kull como rey de Valusia, sin centrarse en el camino recorrido.

La escala de valores de Kull es similar a la de otros héroes o heroínas del autor, jugando con varias dicotomías: salvaje vs. civilizado, tolerancia vs. intolerancia, valiente vs. cobarde... Kull, acompañado de sus compañeros Brule, el asesino de la lanza, y Tu, consejero real, tendrán que hacer frente a distintas aventuras e intrigas por apartarle del trono. Entre conspiración y conspiración aparece Thulsa Doom, brujos, conspiradores, adoradores de la serpiente... Puro pulp del güeno.


'30 días de oscuridad': vampiros por Alaska

Basada en la novela gráfica de Steve Niles y Ben Templesmith, 30 días de oscuridad es una película de terror dirigida por David Slade y producida por Sam Raimi. Con su buena dosis de gore y vampiros, pasó bastante desapercibida para el público. Como nota curiosa, Slade acabó dirigiendo una de las películas de la saga CrepúsculoLos vampiros de esta película no tienen nada que ver con el ideal romántico que hemos podido ver antes, tipo Anne Rice o similares, sino que se trata de animales salvajes más cercanos al mito primigenio del vampiro.

Al abrigo de la noche, los vampiros han pasado desapercibidos para la humanidad, convertidos en leyendas y mitos. Aprovechando esto, un grupo de vampiros decide darse un festín en el pequeño pueblo de Barrow, en Alaska. Durante el invierno, hay treinta días de oscuridad absoluta donde no sale el sol. Es lo que aprovecharán los vampiros, ya que lo único capaz de matarlo es la luz del sol y la decapitación. Eben Olleson, el sheriff del pueblo interpretado por Josh Harnett, y su esposa Stella Oleson, interpretada por Melissa George, serán los encargados de liderar un pequeño grupo de supervivientes que debe resistir hasta que pasen las treinta noches de oscuridad.

Está clara la influencia de otro survival horror como La cosa, de Carpenter. Los personajes están atrapados, sin posibilidad de comunicarse con el exterior. Poco a poco, son cazados por los vampiros, que no sólo se alimentan de ellos, sino que también se divierten torturando a sus víctimas.

La película, que es muy entretenida y divertida, tiene una pequeña pega, y es hacer creíble que el tiempo de la narración, treinta días, se corresponde con las casi dos horas que dura el metraje. No es un fallo sólo de la película, en el cómic sucede lo mismo. Tras un inicio dinámico, lo que se nos ofrece después son escenas sueltas de algunos de esos treinta días, obviando por completo cómo hace el grupo de supervivientes para no ser descubiertos por los vampiros. Esto, y un final algo cuestionable, deslucen lo que podría haber sido una gran película.


'Koutetsujou no Kabaneri': otro anime distópico japonés

En la última década, debido a la crisis económica, ha habido un montón de series, películas y libros que han optado por contar historias distópicas y postapocalípticas. El ser humano enfrentado a su fin, como tema principal o de fondo, aparece en muchos de ellos. Japón, debido a su historia reciente, no es una excepción. Koutsejou no Kabaneri es fruto de esa historia y ese clima social.

Creada por Ichiro Okouchi y dirigida por Tetsuro Akari (Attack on Titan, Death Note...), Koutsejou no Kabaneri está ambientada en un universo steampunk donde la humanidad, amenazada por los kabane (una especie de zombis casi insdestructibles), vive confinada en ciudades fortificadas a las que llama estaciones. La manera de viajar de una ciudad a otra es un tren blindado y equipado para luchar contra estas criaturas. También hay híbridos, mitad humanos y mitad kabane, que luchan del lado de la humanidad.

El argumento, que recuerda poderosamente a Kights of Sidonia y sobre todo a Attack on Titan, con una humanidad amenazada por unos monstruos y con unos híbridos luchando del lado humano, está tan desaprovechado como en estas dos series. Tiene un punto de partida interesante que al final se convierte en un montón de lugares comunes y cosas vistas mil veces.

Koutsejou no Kabaneri es un anime que cuenta con una buena animación y una buena banda sonora, pero flojea bastante en el guión. 

'Preacher': el preámbulo

Sobre adaptaciones se podrían escribir varios libros y no llegar a ninguna conclusión. En el caso de los cómics, son multitud los que han dado el salto a nuestros televisores; a veces mejor y a veces peor. Preacher, el cómic de Garth Ennis y Steve Dillon, se ha convertido en una serie de AMC algo polémica precisamente por su adaptación. Siempre habrá puristas que digan «esto en el cómic no aparecía», pero no se trata de seguir la obra como un storyboard, sino de que ésta sea fiel en espíritu al original, algo subjetivo difícil de valorar. Aquí es donde creo que AMC acierta, optando deliberadamente por convertir la primera temporada de Preacher en un preámbulo que sirve como presentación de los personajes y el mundo del cómic. En el cómic la acción comienza in media res, en la serie se opta por un prólogo como preámbulo a la historia principal.

Cualquiera que se haya acercado a la obra de Garth Ennis comprenderá las vicisitudes que ha tenido que pasar una obra como Preacher, llena de un humor negro muy bestia y políticamente incorrecto, para convertirse en serie de televisión. Durante años la HBO fue la única cadena que se planteó el desarrollo de la serie, aunque finalmente acabó abandonando el proyecto. Tuvo que pasar una década para que llegara AMC con el dinero y las ganas para convirtir el proyecto en realidad.

¿Y de qué va Preacher? Jesse Custer, un predicador que ha perdido la fe, es poseído por una poderosa criatura, Génesis, mezcla de ángel y demonio, que le otorga extraños poderes. Custer se convierte en un poderoso ser que emprende la búsqueda de dios para obtener respuestas a sus dudas. Esta primera temporada ha servido de presentación de personajes, centrándose en la trinidad Custer-Cassidy-Tulip, trío protagonista del cómic, que son los que emprenden ese road trip en busca de dios.
Lo visual, teniendo en cuenta que la obra viene del cómic, es una parte en la que han puesto especial cuidado. Lo mismo se puede decir del tono, muy bestia en el cómic, que se ha respetado en la adaptación televisiva. Preacher ha sabido captar el espíritu del original; que se parezca más o menos a éste es lo de menos, lo importante es que como obra autónoma funciona.



'BrainDead': sátira política e insectos del espacio exterior

BrainDead es la nueva serie de los creadores de The Good Wife para la CBS. A los estrenos de verano siempre se va con las expectativas bajas, pues muchas series son descartes que se aprovechan para rellenar la parrilla en periodo estival. Tambiés se aprovecha esta época para encajar en la programación series que se salen un poco de la norma. BrainDead estraría dentro de este segundo grupo.

La trama de BrainDead se resume en una frase: unos insectos del espacio exterior se comen el cerebro de los políticos para hacerse con el poder. Así, entre la sátira política, la ciencia ficción y la comedia se mueve esta historia. Laura Healy, interpretada por Mary Elyzabeth Winstead, es una documentalista algo soñadora que se obligada a aceptar un trabajo en la oficina de su hermano Lucas, senador de los EEUU. Gracias a este trabajo se dará cuenta de que unos insectos se están comiendo el cerebro de la gente, especialmente el de los políticos.

Que BrainDead es una serie producto de la época que vivimos, no hay duda. Como serie de ciencia ficción y como comedia funciona muy bien, como sátira política tiene más peros. El principal es el simplismo, acudiendo al tan manido «los extremos se tocan», cayendo en un maniqueísmo que no explica nada ni invita al pensamiento crítico.

Una de las características de la serie es su previously de cada capítulo. Antes de cada episodio escuchamos una canción que nos recuerda qué pasó en el anterior. MUY grande.

Hay que agradecer  a los creadores el que la serie tenga un arco argumental cerrado. Dejan la puerta abierta a contar más historias, pero la trama de esta primera temporada se cierra en el último capítulo. No sé si es la serie del verano, pero ha sido mi serie del verano.



'Ajin': Connor MacLeod en Japón

Ajin, o Semihunano en castellano, es la adaptación del manga seinen escrito por Gamon Sakurai. Consta de una temporada de 13 episodios, aunque ya está confirmada y en proceso una segunda temporada más. Aunque la categoría de seinen, salvo por sus escenas sangrientas, brilla por su ausencia.

En un mundo donde se descubre la existencia de los ajin, seres inmortales que conviven con los humanos, Kei Nagai es un estudiante de secundaria preparando sus exámenes de ingreso en la universidad. Cuando caminaba distraído, es atropellado por un camión y muere, pero acaba resucitando, ya que en realidad es un ajin. Estos seres son codiciados por los gobiernos de todos los países, así que Kei tiene que huir. Este es el punto de partida de Ajin.

Uno de los graves problemas de la serie son sus personajes. No hay por donde cogerlos. No es que tengan una nula evolución, es que es imposible empatizar con ellos, especialmente con el protagonista. Otro problema, y no menor, es la lentitud con la que avanza la trama. Suele ser típico dentro del género, aunque no es algo exclusivo de él, meter relleno. Con apenas 13 capítulos, la serie se hace en algunos tramos muy cuesta arriba, cuando tendría que ser todo lo contrario, más dinámica.

La impresión que genera Ajin es la de una oportunidad desaprovechada, sobre todo si tenemos en cuenta las expectativas generadas antes de su estreno. No es mala serie, pero desde luego no cumple con lo que prometía.

'As Above, So Below': lo que importa es el viaje

John Erick Dowdle, director de Devil y el remake de [REC], Quarantine, se encarga de dirigir esta película, con guión suyo y de su hermano Drew. Una de las primeras cosas que llama la atención es el rodaje de la misma como falso documental. A parte de la ya consabida veracidad que da a una historia esta técnica y el cambio de perspectivas (cada personaje lleva una cámara), también ayuda a que no se note la falta de medios de la película, grabando siempre con poca luz (excelente trabajo de iluminación y de fotografía). Una acertada decisión que evita mostrar (y quedar en evidencia) centrándose mucho más en la historia, además de mantener la tensión narrativa.

La histotria empieza con un preámbulo donde se explica el objetivo de Scarlett, la protagonista, que no es otro que hallar la piedra filosofal que tanto persiguiera su padre. Si en otras películas es un añadido innecesario, en ésta el preámbulo ayuda a construir mejor el personaje protagonista, conociendo sus motivaciones y el porqué hace lo que hace. La película, como tal, empieza cuando Scarlett contrata a un grupo de exploradores para iniciar la búsqueda de la piedra filosofal en las catacumbas de París.

Lo de la piedra filosofal no deja de ser una excusa, lo que importa es el viaje. Es este viaje el que prometía, al menos a priori, poca cosa; craso error. La lobreguez de los escenarios (no olvidemos que las catacumbas están llenas de millones de huesos), unido a la claustrofobia de los espacios cerrados, hacen que la tensión vaya en aumento, atrapando al espectador. Paralelamente a esto, hace aparición el elemento sobrenatural. La pesadilla se hace real.

A pesar de la referencia obvia, El proyecto de la bruja de Blair, por el escenario también recuerda a The Descent. Y aún así, no es una copia ni de una ni de otra. El viaje que propone, además de entretenido, es original. No es para darle un Oscar, pero desde luego no te vas a aburrir.

Tres días, tres citas III

Despúes de Palahniuk y Carver, llego al final del reto Tres días, tres citas. Mi abuelo siempre me repetía machaconamente que el mejor amigo del hombre era un libro. Lo podías dejar abandonado durante años y años pero cuando volvías a él nunca te hacía ningún reproche, siempre estaba ahí para ti. Claro, luego así he salido, que no gano para libros. En el caso de Julio Cortázar sus libros tienen ese efecto en mí, el de un viejo amigo al que te apetece visitar de vez en cuando. Lo que sigue a continuación es un párrafo de uno de los cuentos de Cortázar que más me gustan, La noche boca arriba. Lo fantástico, la confusión entre sueño y realidad, la inversión del orden establecido, me parecen una genialidad.

(...) Con una última esperanza apretó los párpados, gimiendo por despertar. Durante un segundo creyó que lo lograría, porque estaba otra vez inmóvil en la cama, a salvo del balanceo cabeza abajo. Pero olía a muerte y cuando abrió los ojos vio la figura ensangrentada del sacrificador que venía hacia él con el cuchillo de piedra en la mano. Alcanzó a cerrar otra vez los párpados, aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había andado por extrañas avenidas de una ciudad asombrosa, con luces verdes y rojas que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de metal que zumbaba bajo sus piernas. En la mentira infinita de ese sueño también lo habían alzado del suelo, también alguien se le había acercado con un cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él boca arriba con los ojos cerrados entre las hogueras.



Tres días, tres citas II

Más allá de la polémica con su editor, Gordon Lish, o del lugar que le han asignado dentro de la Literatura, Raymond Carver es uno de los mejores aurotes de relatos. Una frase o el silencio de un personaje bastan para dar verosimilitud a sus relatos, pero también con una frase o un silencio hace acto de presencia lo inesperado. La violencia, la apatía, la locura o el tedio están sintetizados en ausencias y sobreentendidos, creando una sensaciación de cotidianeidad inquietante, basada en lo irracional e incomprensible de la misma. Por eso Carver no es un autor costumbrista, dedicado a capturar en sus narraciones pequeños pedazos de vida, sino que escribe sobre pequeñas epifanías de lo cotidiano y las emociones y sensaciones que éstas generan. A partir de la frase «Él pasaba la aspiradora cuando sonó el teléfono.» es capaz de crear un trasfondo verosímil y de extraer de él una sensación de absurdidad y desconcierto. La cita que transcribo a continuación es un pequeño fragmento de De qué hablamos cuando hablamos de amor.

Creo que en el amor no somos más que principiantes. Decimos que nos amamos, y nos amamos, no lo dudo. Yo amo a Terri y Terri me ama a mí, y también vosotros os amáis. Ya sabéis a qué tipo de amor me refiero ahora. Al amor físico, ese impulso que te arrastra hacia alguien concreto, y al amor que inspira el ser de la otra persona.


Tres días, tres citas I

Estoy nominado por Renaissance, del blog El Barrilete Cósmico, para el reto de publicar una cita literaria durante tres días seguidos. Tendría que nominar a tres blogs en cada entrada del reto, pero me da que este humilde blog no tiene seguidores para tanto. Así que aquella persona que quiera sumarse al reto, que se autonomine. O como diría Lola Flores: si me queréis, nominarse. Intuyo que aquí acabará la cadena...

Empiezo mal, porque voy a hacer trampa poniendo dos citas. Una de un libro, El club de la lucha, y otra de su adaptación cinematográfica, a cargo de David Fincher. Hago esta pequeña trampa porque la película, a mi juicio, complementa al libro desarrollando ciertas ideas que en éste quedan casi como aforismos. En cuanto a estilo, no me parece un gran libro, se nota que es el primero que escribió Chuck Palahniuk, pero en cuanto a contenido, me parece que refleja muy bien una época y la manera de pensar dominante en ésta, desenmascarándola. Posmodernidad en la era de El fin de la histotia y el último hombre de Fukuyama; postcapitalismo sin alternativas. ¡Vivan los noventa!

Somos los hijos medianos de la Historia, educados por la televisión para creer que algún día seremos millonarios y estrellas de cine y estrellas de rock, pero no es así.



La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seriamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados.

'Infini': ciencia ficción australiana

Es mencionar las palabras «ciencia ficción» y «Australia» y pensar inmediatamente en Mad Max. La verdad es que desde las antípodas no nos llegan muchas películas de ciencia ficción. Salvo la excelente Triangle, poco más ha llegado al mercado internacional. Ha habido que esperar hasta 2015 para que nos llegaran dos estrenos, Terminus e Infini, que sin hacer mucho ruido, sí han logrado trascender sus fronteras naturales.

Shane Abbess es el encargado de dirigir esta película. Antes, Abbess sólo había dirigido Gabriel, una película con estética Underworld que sí tuvo algo de recorrido comercial en 2007. No era gran cosa.

Infini se sitúa en el futuro, en un siglo XXIII donde la mayoría de la población (eso me suena) vive en la más absoluta pobreza. La única manera de salir de ella es formar parte de los trabajadores interplanetarios, encargados de explotar los recursos de otros planetas y de garantizar la seguridad de dichos enclaves. La premisa, como se ve, es bastante atractiva. Y dura lo que duran los títulos de crédito iniciales, que es donde, al estilo Star Wars, se nos da esta información.

Lo normal en este tipo de producciones es partir de dicha premisa atractiva, tener un desarrollo aceptable y un final regulero. Es ley de vida. Y ahí es donde Infini desconcierta un poco y no encaja en este modelo. Descarta enseguida la premisa atractiva, tiene un desarrollo regulero y termina con un final aceptable. Hay una alteración de los factores que en este caso sí afecta al producto. Ojo, que no estamos hablando de ninguna obra maestra, pero sí de una película que tiene momentos interesantes.

Una vez abandonada la premisa distópica y con una gran carga de crítica social, la película transita por lugares comunes trillados mil veces. Si alguien habla de un lugar cerrado donde un parásito extraterrestre capaz de replicar cualquier forma asesina a un grupo de humanos que no pueden huir de ese sitio, todos pensamos en La cosa, de Carpenter. Que tampoco se inventó nada, sólo hay que leer Diez negritos para comprobarlo.

Y el final, que poco tiene que ver con el desarrollo de la historia salvo que entendamos éste como un mal necesario para llegar a una conclusión determinada, filosofa sobre la condición humana. Es la reflexión final la que en cierta manera salva un poco de la quema a la cinta, que pasa de lo intrascendente a lo trascendente. Y sale bien parada.


'Misterios de la Edad Media': tópicos y generalizaciones

Misterios de la Edad Media es un libro de divulgación escrito por Jesús Callejo. Callejo, colaborador del mítico programa de radio La rosa de los vientos y de varias revistas magufas, también es autor de de una veintena de libros, la mayoría sobre temas folclóricos y mitológicos.

Que nadie se llame a engaño esperando encontrar una obra divulgativa parecida a la de Isaac Asimov. Donde este tiene un estilo sencillo y ameno, Callejo cae en lo simple y vulgar. Tiende a hacer continuos juicios de valor que en una obra como esta no encajan muy bien. También peca de proyectar nuestros valores actuales en el pasado, no entendiendo que son dos contextos y dos épocas distintas.

No esperaba un estudio somero y riguroso sobre la Edad Media, pero sí algo más serio y mejor escrito. No hay que ser medievalista como Umberto Eco para escribir sobre el tema, pero sí riguroso y no caer en tópicos y generalizaciones. A su favor, decir que es muy breve.

'Outcast': irregular primera temporada

De la mano de Cinemax llegaba este verano Outcast, la serie sobre posesiones demoníacas basada en el cómic de Robert Kirkman y Paul Azaceta. Desde hace unos años, sobre todo con el éxito de The Walking Dead y American Horror Story hemos asistido a un auge de títulos del género. El hecho de estar basada en una obra de Kirkman y la implicación de éste en el proyecto había levantado mucha expectación antes del proyecto.

Outcast narra la historia de Kyle Barnes, un hombre marcado toda su vida por la maldición de atraer a demonios que acaban poseyendo a sus seres más queridos. Primero fue su madre cuando él era un niño, después le tocó el turno a su mujer. Ya adulto, intenta hallar explicación a este misterio y a sus poderes para exorcizar demonios junto al reverendo Anderson, que libra desde hace años una batalla contra estos seres. La narración no es lineal, usando flashbacks para desentrañar algunos misterios de los personajes viajando a su pasado.

La serie tiene una estética muy conseguida, en lo que seguramente sea su punto fuerte, lo visual. Donde demuestra tener más problemas es en lo referido al guión. Tras un par de capítulos, la historia parece atascarse y dar rodeos sobre sí misma, alargando en exceso un preámbulo innecesario. No es Hannibal, absorta en su estética, pero sí llega a haber escenas de contemplación donde la trama no avanza.

Kirkman ya ha asegurado que, como en el caso de The Walking Dead, el cómic sólo es el punto de partida. Está por ver que Outcast lo logre. Aunque la primera temporada es bastante irregular, el punto en el que terminó la temporada parece lo suficientemente interesante como para construir algo más sólido en la siguiente.


'Una voz en la noche': Montalbano contra todos

Como sucede con aquellos escritores con un estilo característico o autores de una larga saga, leer a Andrea Camilleri, sobre todo la serie del comisario Montalbano, es como volver a casa, a un lugar conocido y confortable. Escrita en 2012, Una voz en la noche es la última novela de la serie publicada en castellano, aunque en Italia ya han aparecido otras dos más.

Una de las características de Camilleri es la brevedad de sus libros, que escritos en un lenguaje sencillo, le permite  publicar varios de ellos cada año. Montalbano es una de las series dentro del género policial más prolíficas, y es asombroso teniendo en cuenta que empezó a escribirla en los años noventa y que el autor cumple hoy, día 6 de septiembre, 91 años.

La corta extensión de los libros que publica, y Una voz en la noche no es la excepción, favorecen el dinamismo de la trama, lo que es de agradecer. Nada de tochos infumables de cientos de páginas. Capítulos cortos y pocos rodeos para llegar a la resolución de la trama, que es siempre un crimen que tiene que resolver el comisario Montalbano. Por contra, el nulo desarrollo de los personajes que, salvo Montalbano, no dejan de ser esquemáticos y cumplir una función (alivio cómico, etc.), lastran a la serie.

Tampoco Una voz en la noche es una excepción en cuanto a las opiniones políticas vertidas en la novela. Camilleri, hombre crítico de izquierdas, enlaza el tema de la corrupción política con la corrupción económica, la mafia y los medios de comunicación. Montalbano tendrá que resolver varios crímenes, luchando contra políticos, mafiosos, periodistas corruptos y la propia jerarquía policial.

'Devil': los diez negritos de Shyamalan

John Erick Dowdle (Quarantine, As Above, So Below...) es el encargado de dirigir esta película basada en una historia de Shyamalan. Es la primera de lo que iba a ser una trilogía conocida como Night Chronicles, que iba a abordar temática sobrenatural, pero después de casi siete años, no ha habido noticias de las otras dos. En España, siguiendo la larga tradición de reventar el argumento de una película con la traducción libre del título, decidieron titularla La trampa del mal

A pesar de estar basada en Los diez negritos de Agatha Christie, se nota, y mucho, la mano de Shyamalan. Hay cinco personas que se quedan encerradas en el ascensor de un edificio de oficinas. Una a una, irán siendo asesinadas cada vez que se apaga la luz. El detective Bowden, que todavía arrastra el drama de la pérdida de su mujer e hijo en un accidente de coche (ay, Shyamalan...), será el encargado de averiguar qué es lo que pasa en ese ascensor.

Que es una historia made in Shyamalan se nota en esas pequeñas pistas que va plantando a lo largo de la historia y que al final encajan, o también se nota en la manía de dar demasiadas explicaciones, todo bien machacado para no dejar nada a la libre interpretación. Además de la moraleja final, marca de la casa. La reflexión, algo puritana, viene a ser que si el diablo existe y nos pone a prueba, también existe dios. Mal de muchos...

La película es una serie B con un reparto correcto y con un buen director, además de contar también con un guión que pese a sus trampas (algunas) funciona muy bien, manteniendo la tensión hasta el final. Si por un lado contar con Shyamalan como creador y productor ha permitido desarrollar esta historia con algo más de medios y un reparto a la altura, el sello Shyamalan también ha supuesto un lastre debido a la animadversión que genera en ciertos sectores. Devil es una película que cumple de sobra con el propósito de entretener.

'Stranger Things': la recreación mítica de una época

Dentro del revival ochentero en el que llevamos años inmersos, Stranger Things es una de las obras más destacables... y más fallidas. Es evidente que el marketing de Netflix es muy bueno, pero la obra de los hermanos Duffer juega con un elemento que les ha ganado el favor del público hacia su obra: la nostalgia. No se trata de calificar a Stranger Things como una mala serie ni nada por el estilo, pero sí de reconocer los fallos que tiene y que parecen ocultos por el enorme hype que ha levantado la campaña publicitaria de Netflix en todo el mundo. 

Los hermanos Duffer son los creadores de esta serie. Antes, dirigieron la fallida Hidden y varios capítulos de otra serie de televisión, Wayward Pines. Nacidos en 1984, lo suyo no es tanto un homenaje (que lo hay) a un cierto tipo de cine como una recreación mítica de ese cine. En Stranger Things agitan la coctelera con un poco del Stephen King espídico de los ochenta, el cine de Carpenter y Spielberg, la música de The Clash, Joy Division y otros... Lo importante en este caso es determinar si este homenaje/ recreación va más allá, se sustenta por sí mismo, o se trata de un bonito envoltorio pero vacío de contenido. O si es una mezcla de las dos cosas.

Stranger Things narra una historia de aventuras con toques fantásticos y de terror. Comienza con la desaparición de un niño de 12 años, Will Byers, y con sus amigos, madre y jefe de policía, cada uno por su cuenta, investigando su desaparición. Habrá tiempo para conocer una misteriosa agencia gubernamental dedicada a experimentar con niños, para una niña con superpoderes y para una amenazante presencia capaz de cruzar de su mundo al nuestro. Todo esto, que no es poco, pasado por el tamiz anteriormente descrito que recrea un tipo de cine muy concreto. Y es aquí cuando creo que falla. Es tal la saturación de homenajes y referencias a ese cine y a esa época que la historia a veces pasa a un segundo plano.

No la calificaría, como he llegado a leer, de «porno emocional», pero sí que bordea muchas veces ese precipicio. Lo que tendría que ser un relato de aventuras con cierto carácter iniciático, se convierte en algunos tramos en un ejercicio de estilo vacío. Tramas secundarias, como el triángulo amoroso adolescente, sobran. La evolución de algunos personajes es nula o poco creíble, y hay giros de guión poco creíbles. Y aún así, ¿queda algo tras el hype? Stranger Things es una serie sin pretensiones, con una estética y una factura técnica muy cuidada que cumpe su objetivo: entretener.


'Escucha la canción del viento' / 'Pinball 1973': los orígenes de Murakami

Escucha la canción del viento y Pinball 1973 son las dos primeras obras de Haruki Murakami que, hasta este año, permanecían inéditas en nuestra lengua. Publicadas en un único tomo, este incluye un prólogo del propio autor en elq ue reflexiona sobre sus obras y el contexto en el que fueron escritas. También sirver este prólogo de aviso a navegantes, donde se avisa del estilo peculiar que gasta el autor.

Estas dos novelas son el principio, el origen y búsqueda de una voz propia por parte de un autor primerizo. Como un tanteo en la oscuridad, ya se apuntan elementos que serán característicos en su obra posterior. La alienación, la incomunicación, el individualismo, la alteridad siempre amenazante de otro mundo, etc., forman parte del universo particular de este autor que no suele dejar indiferente a nadie.

Se aleja de la tradición literaria japonesa y, como explica en el prólogo, escribe en inglés su primera novela y luego la traduce al japonés. Ese mecanismo de escritura, ese método para encontrar la propia voz, revela a las claras por un lado la personalidad del autor y por otro el porqué de su triunfo fuera de su país. Ha tenido que soportar el rechazo de parte de establishment de la cultura de su país, siendo considerado el escritor japonés menos japonés de la historia, pero ha ganado una legión de fans haciendo referencia y escribiendo sobre un imaniario colectivo, el de la globalización, que comparte medio mundo. Mujeres misteriosas, gatos, discos de rock y de jazz... puro pop conel que esmuy fácil conectar.

Son dos novelas que hay que leer con curiosidad y sin grandes expectativas. Las dos son un intento del autor por encontrar su propia voz y, como tal, están llenas de imperfecciones. Lo que las hace interesantes, sobre todos para aquellos lectores y lectoras que hayan seguido la carrera literaria de Murakami y conozcan su obra, es indagar en la creación de un estilo propio.