'The Walking Dead': Negan, el alfa y el omega

The Walking Dead llega al final de su séptima temporada y se empieza a notar demasiado la falta de ideas. Todo este proceso viene de mucho antes. Ya la anterior temporada generó sensaciones encontradas, con esa muerte/no muerte de Glenn que alargaron hasta el infinito.

Esta séptima temporada contaba con el factor Negan, el supervillano del cómic de Kirkman. El personaje, interpretado por Jeffrey Dean Morgan (Winchester padre), ha sido el elemnto estrella de esta temporada, tanto para bien como para mal. Y es que es muy difícil trasladar a la pantalla un personaje tan peripatético y exagerado como el Negan del cómic sin llegar a caer en el ridículo. El final de la sexta temporada se enfocó como la presentación de Negan, jugándoselo todo a una carta. La resolución final de esa presentación no llega a estar a la altura de lo esperado, precisamente, por previsible.

The Walking Dead vuelve a repetir la fórmula ya conocida de separar a los personajes principales para unirlos en la lucha final. Rick vuelve a estar contra las cuerdas y nuevamente resurge de sus cenizas. Lo mismo sucede con Carol, Daryl... Al final Negan no ha sido el revulsivo esperado, que empuje a los personajes un poco más allá, y se ha convertido en otro Gobernador más, el malo de final de nivel que hay que superar para pasar a la siguiente fase.

Sin llegar a ser aburrida (por dios, que hay zombis), The Walking Dead vuelve a caer en esquemas repetidos y en golpes de efecto gratuitos. Esperemos que la próxima temporada remonte y no desaprovechen a Negan. ¡No queremos otro Terminus!

'Legion': confusión mutante

Legion es una serie de superhéroes basada en uno de los personajes de cómic de la editorial Marvel. Si en el cine hay una saturación de películas basadas en superhéroes, empieza a suceder lo mismo en la televisión. Desde series más ligeras como The Flash, Supergirl o Arrow hasta las más "nolanianas" Daredevil y Jessica Jones de Netflix. Dentro de este gran abanico existente, Legion juega la baza de ser algo diferente. Y lo consigue.

Legion es la historia de David Haller, un poderoso mutante diagnosticado de esquizofrenia a muy temprana edad. En un principio, David desconoce sus poderes y achaca todos sus males a la enfermedad. Esta primera temporada narra el despertar de David y el tratamiento de su "enfermedad".

La serie innova en cuanto a la forma, convirtiendo lo visual en su punto fuerte. El talón de aquiles está en el fondo. A las series de superhéroes de Netflix se les achaca un exceso de metraje, con trece capítulos por temporada que se hacen demasiado largos. Legion, con una primera temporada de ocho capítulos, tiene tramos donde el único interés está en lo visual, con una trama que no avanza. este caer en lo contemplativo recuerda a otras series como Hannibal, con esos planos donde se recreaba hasta el infinito la escena de un crimen, o con la reciente Outcast, con problemas similares. Algo parecido pasó con la británica Utopia, que visualmente era atractiva pero cuya trama se desinfló con el paso de los capítulos. Lo que ha contado Legion en esta primera temporada no da para ocho capítulos.

Aunque es evidente que el personaje es un superhéroe, Legion se ha encargado de dejar claro que la temática sólo es una excusa para ofrecer algo distinto.

'13 Reasons Why': Netflix y la nostalgia

Antes del streaming y del VOD (vídeo bajo demanda) las cadenas de televisión se centraban en nichos determinados. Había dramas para todos los públicos, comedias para todos los públicos, series juveniles, de ciencia ficción... Cada cadena, con alguna pequeña excepción, tenía lo suyo. Los tiempos cambian y aunque la televisión tradicional, como los periódicos editados en papel, no se ha ido del todo, sí está en retirada. Netflix inunda las parrillas de todo el mundo. Da igual la calidad o el género, así que no es raro que entre toda esa cantidad de series se cuelen algunas que destacan por encima de la media. 13 Reasons Why es una de ellas.

La serie comienza unas semanas después del suicidio de Hannah, la principal protagonista de la serie. La trama gira alrededor de ella y de su vida explorando los motivos que la llevaron a tomar una decisión tan drástica como quitarse la vida. Antes de suicidarse, Hannah graba varias cintas de casete donde cada cara de las cintas lo dedica a una persona. Estas cintas pasan en cadena a cada una de estas personas, generando una cadena de acontecimientos bastante imprevisible. El otro protagonista de la serie es Clay, compañero de Hannah que todavía no acaba de asumir que su amiga se quitó la vida. Es a través de Clay y de la escucha de las cintas como cocnocemos a Hannah y sus relaciones con los demás personajes.

La serie, aunque ambientada en el presente, tiene un toque de nostalgia bastante bien llevado. No son sólo las cintas de casete, que quedan como detalle o curiosidad, sino la increíble banda sonora que acompaña a la serie. Desde clásicos de The Cure y Joy Division hasta bandas más actuales como The Kills, pasando por Neil Young, Status Quo, Echo & the Bunnymen... Por comparación, Stranger Things, otra de las series de Netflix, resultaba, o así me lo pareció, poco sutil en todas estas referencias, y eso que estaba ambientada en los ochenta.
Otro de los aciertos de la serie es el retrato que hace de la adolescencia y del acoso escolar. No es Skins, ni lo pretende, pero sí se acerca bastante a un relato fidedigno de esa etapa de la vida. Sin caer en el costumbrismo, la narración de Hannah sí es una sucesión de pedacitos de vida conectados por la tragedia de su suicidio. Se mueve por unos grises nada habituales en una serie de este tipo, planteando temas como la cultura de la violación, asumida por buena parte de la sociedad, o un tipo de acoso escolar más sutil y menos visibilizado que es la violencia machista en sus formas más aceptadas. Aparecer en una lista como "el mejor culo" del instituto, algo en apariencia inocente para alguno de los protagonistas de la serie, pone en la diana a Hannah, que ya sufría otros problemas de acoso escolar.

Por poner un pero a la serie, Dylan Minnette, el actor que protagoniza a Clay, el amigo de Hannah, me sigue pareciendo insufrible. Ya me pasaba en otras series donde aparece este actor, pero en 13 Reasons Why, con su papel protagonista, se hace más inaguantable. Si el tono de la serie siempre es la contención, emociones que no llegan a romper del todo y que por ese motivo generan una tensión dramática que sustenta la serie, Minnette se pasa de intenso. En cualquier caso, y pese a lo asesinable que es Minnette en pantalla, 13 Reasons Why es una serie que engancha y que deja reflexiones interesantes sobre la mesa.